Un servidor siempre ha pensado que cuando uno ama el cine de
verdad debería alejarse de los típicos prejuicios del “sabelotodismo” que suele darse en la universidad, donde el típico
doc no deja de hablar de los grandes clásicos y tachar de cosas poco buenas al
cine actual. O en ese otro sector que va de moderno y solo consume obras
supuestamente independientes, o películas de Chaplin que echan en el ciclo tal,
para hacerlo ver. En definitiva, no nos
damos cuenta de que nos estamos poniendo límites, de que el cine es tan grande que si la intención es psicoanalizar, se puede
psicoanalizar hasta “Los bingueros”, disfrutar de Stallone partiendo cuellos o
de una obra maestra de Hitchcock o Bergman. Todo tiene su momento. Así que, déjense
de postureo señores y pónganse “Cartas al padre Jacob”. Como hubiera dicho mi abuelo:
“Lo demés son bobaes”.
Pues en esas idas y venidas, a veces uno necesita alejarse
de los blockbusters (esos que todos
consumimos y que en ocasiones son penosos, si, pero en otras ocasiones nos
divierten, y no poco) y un buen rincón para ello se encuentra en los países
nórdicos.

En esta historia con pocos actores nos encontramos
principalmente con Leila, una mujer que fue condenada a cadena perpetua pero
que es indultada y a la que se le ofrece trabajar como ayudante del padre
Jacob, el otro personaje principal de la historia. Un cura… si! Pero
tranquilos, no hace falta ser ningún devoto para disfrutar de la trama, que
al final habla de sentimientos, de valores, de encontrarnos a nosotros mismos
cuando quizá estamos más perdidos que nunca.
¿Qué los más radicales no la compráis con estos argumentos? Miradlo así: Un
cura y una asesina!!! Heavy metal, vaamooos!!

Pues el
padre Jacob, que además de viejecito es ciego el hombre, tendrá que lidiar con
ese rudo carácter, y las famosas cartas del título harán de intermediarias para empezar
a tomar contacto.
Ella le ayudará leyéndole las cartas de la gente, que escribe al
cura pidiendo consejo, y redactando las
respuestas. Por supuesto a Leila esto, que tan importante es para el Pappi
Jaakobille (tenía que ponerlo, me hace gracia el nombre original), le parece una idiotez... y sin revelar nada más de la trama,
veremos como todo esto llevará a los personajes a una situación límite y desencadenará en un final triste pero hermoso a la vez. Los silencios, las localizaciones, la
soledad, todo lo que se nos refleja a través de la cámara potencia una historia
pequeña, como hemos dicho al principio, pero potente. De las que te dan un
soplo de aire fresco, nunca mejor dicho.
Después de consumir cualquier blockbuster,
confiad en el aire norteño, rezad tres Ave Marías y quedaréis absueltos.
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